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Frente a la tendencia por primar el conocimiento histórico-artístico del patrimonio, los paisajes culturales exigen su exploración como fenómeno experiencial, sensual y corporal. Es ahí desde donde es posible reformular el problema de su significación y valor.

La necesidad de prestar atención a factores sensitivos en los paisajes culturales deriva de su propia naturaleza. El Plan Nacional de Paisajes Culturales (PNPC) señala que en cualquier estudio es necesario considerar cuatro aspectos principales: dimensión espacial, dimensión temporal, percepción plurisensorial e interpretación social. Por tanto los paisajes culturales se presentan, desde su definición, como una figura patrimonial donde el rol de inmersión y compromiso de los individuos con el bien cultural asume un papel central. Por vez primera adquieren trascendental importancia factores como la experiencia, la percepción o la significación del entorno construido.

La metodología del proyecto se basa en las últimas innovaciones en representación utilizadas en arquitectura del paisaje, cruzadas con aproximaciones propias tanto de la ecología humana, como de la geografía humana. Aporta un enfoque adicional a la manera en que los profesionales enfrentan el estudio del patrimonio cultural, toda vez que permite complementar las herramientas cartesianas habituales (como el mapa o la sección), con la perspectiva de la inmersión dinámica del sujeto y su evaluación fenomenológica.